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En toda la historia de Colombia, la educación siempre ha sido de poca calidad, muchos críticos expertos en el caso dicen que es debido al sistema educacional que maneja el país y que poco ha variado desde hace 20 años, aunque hoy día se cuenta con herramientas tecnológicas, no son bien aprovechadas e incluso el 100% de las escuelas e institutos en Colombia no cuentan con estas, puesto que el gobierno está estancado. A partir de ahí, se argumenta que el déficit educacional es consecuencia de la pobre inversión que se hace en el sector educación, por ejemplo; actualmente el país invierte más en armamentos para las fuerzas públicas que en libros y tecnología para las escuelas y lo poco que se invierte es desviado para otros fines ajenos a la verdadera educación.
Todo esto afecta a toda una educación nacional, pero principalmente a las zonas rurales, donde ni siquiera se cuenta con agua potable en los colegios y los docentes hacen labores heroicas para enseñar a sus estudiantes y alejarlos que tomen la decisión de abandonar los estudios.
La educación rural principalmente en el departamento del Cesar, está en un completo olvido por los organismos gubernamentales. Es deplorable visitar a las escuelas de este sector y encontrar situaciones que conmueven y a la vez producen indignación de ver como estas comunidades no cuentan con el servicio de fluido eléctrico y mucho menos con una red de internet para que los estudiantes puedan desarrollar las actividades virtuales a la cual se han sometido debido a la incursión de la pandemia por el virus Covid 19.
En charlas sostenidas con las comunidades Educativas de este sector, han manifestado que tanto el gobierno local como nacional han sido inoperantes ante la emergencia sanitaria debido a que no han recibido ayudas significativas como equipos tecnológicos que les facilite a sus hijos recibir adecuadamente las clases enviadas por los docentes y hacer uso de las plataformas digitales que pueden servirle de gran ayuda en su aprendizaje. De esta manera la educación rural no está siendo atendida con equidad en comparación con la educación urbana, lo que conlleva inconformidad en los padres de familia y docentes, ya que es evidente la deserción escolar y el rechazo a estas prácticas pedagógicas que no generan la más mínima motivación hacia un aprendizaje armónico y significativo.
Ahora la educación rural siempre ha estado como la cenicienta del paseo ya que antes de la pandemia tampoco había recibido dotaciones relevantes que aporten a una educación digna que construya tejidos para satisfacer las necesidades y problemas de conocimientos y que al fin podamos soñar con una educación de calidad en la ruralidad.
Debido a todas estas situaciones, los modelos de educación en estas zonas son modificados y buscan un aprendizaje con ritmos distintos, es complicado pero cada día los docentes se levantan de su cama con las ganas de construir el futuro de muchos niños.
Es importante aprender de nuestros antepasados, algunos hábitos y costumbrismo para construir nuestro futuro y sortearnos el presente que nos apura, ha esta frase han tenido que recurrir muchos colegios al no tener herramientas tecnológicas y oportunidades de brindar una educación diferente que motive esas ganas de querer aprender constantemente.
El gobierno olvida, es cierto y demostrable y cuando olvida lo hace completamente, sin lamentos, cohibiendo a muchos niños de una educación con todas las herramientas y cortando sueños diariamente, ¿podemos soñar con una educación rural de calidad? Pues, estamos lejos, pero soñar con avance siempre será válido y por eso quienes militan en estas escuelas, trabajan sin descanso esperando que los ojos de un gobierno sean puestos en ellos y advierta que la educación debe ser un derecho, mas no un privilegio; mientras eso sucede, no hay mejor base de aprendizaje y educación que nuestros antepasados para construir un futuro incierto.
EDEL ENRIQUE NIETO VILLEGAS
DOCENTE
COLUMNISTA POLSO
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