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Colombia es uno de los países con más comunidades indígenas en América Latina, cuenta con alrededor de 100 pueblos nativos en el territorio. Según el DANE, el 53 por ciento viven en situaciones críticas, con necesidades básicas insatisfechas, entre ellos el sistema educativo y la escolarización que se encuentra cada vez más en declive. La mayoría de la población habita en rancherías de Riohacha, Manaure, Maicao, el Catatumbo, Uribía y sur del país.
Estas comunidades no han contado con las herramientas necesarias para educarse de una manera proporcionada, la crisis sanitaria ha ahondado la brecha existente entre los indígenas colombianos y cualquier realidad de una vida digna. Son numerosos los obstáculos para acceder a una buena educación; el hambre, las enfermedades y el cansancio son un bloque para ejercer su derecho; además, son objeto de discriminación étnica y cultural en las escuelas, difícilmente se puede lograr la igualdad para estas comunidades, incrementando de esta manera la tasa de deserción escolar.
La educación para los niños y adolescentes indígenas no es igual a los demás, su sistema de educación hace referencia a un método de socialización endógeno que es llevado a cabo por un grupo étnico con el objetivo de revalorizar su cultura. Los sistemas de enseñanza no respetan las diversas culturas de estas comunidades indígenas, según la ONU son muy pocos los maestros que hablan el mismo idioma y sus escuelas suelen carecer de elementos básicos para su aprendizaje, dejando en evidencia la desigualdad que hay en la educación de los pueblos indígenas al resto de la población mundial.
Muchos niños indígenas denuncian que sus profesores les menosprecian por su identidad y les enseñan que su cultura es “primitiva”. En las escuelas en las que se enseña solamente es la lengua nacional o regional, los niños indígenas que han crecido hablando únicamente en su lengua materna están en desventaja y se quedan atrás académicamente.
Lejos de sus casas durante largos periodos de tiempo en instalaciones educativas que les consideran “atrasados”, los niños indígenas viven una educación que no les aporta nada de su lengua ni ningún conocimiento. En cambio, ésta sustituye su lengua materna por la lengua regional, reemplaza lo que habrían aprendido de sus mayores por información de baja calidad aprendida de la mano de profesores poco calificados y sustituye su sentimiento de identidad por un sentimiento de vergüenza.
Según el artículo 15, de la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas de la ONU, todos los pueblos indígenas tienen derecho a establecer y controlar sus sistemas e instituciones educativas proporcionando educación en sus propios idiomas, de manera que se respeten sus métodos culturales de enseñanza y aprendizaje, algo que en Colombia no se respeta mucho, acá los indígenas son usados como una imagen para vender ante el mundo, pero su realidad es miserable y precaria. Los pueblos indígenas que no han sido escolarizados no son incultos. Si crecen en su tierra, los niños indígenas aprenden cómo vivir bien en ella; sus compañeros, padres y ancianos les enseñan cuanto necesitan saber para convertirse en miembros competentes de su comunidad. La importancia de esta educación es a menudo pasada por alto o ignorada y denegada.
Las comunidades indígenas conocen, entienden, usan y protegen un amplio número de especies de plantas y animales en sus tierras, conocimientos que para los estándares de educación colombiana son inútiles. La misma educación que quiere imponer una clase de religión semanal en un país laico, pero bueno, eso es otro tema. Este conocimiento y el complejo sistema de historias, tabúes y rituales que lo rodean no pueden ser enseñados en escuelas dirigidas externamente. Se pierde rápidamente cuando se separa a los niños de sus tierras y mayores. La pérdida de este conocimiento no sólo es devastadora para el pueblo: pone en peligro el futuro de todos nosotros. Más del 80% de los lugares con mayor biodiversidad del planeta son el hogar de pueblos indígenas; el complejo modo en que cuidan de su tierra ha nutrido y protegido esa diversidad.
Aquí lo único cierto es que para obtener una buena escolarización de las comunidades indígenas se debe tener un enfoque diferente: como por ejemplo respetar los calendarios que usan estas comunidades donde todos sus miembros forman parte de ceremonias que son parte fundamental de su esencia, que se respete su lengua materna, que además de la escolarización puedan acceder a la educación superior, como lo han logrado muy pocos líderes de estas comunidades, debería ser masivo, que todos tuvieran ese fácil acceso y no ver a lo que lo han logrado como unos héroes, cuando debería ser algo básico en cualquier ser humano.
LAURA CRISTINA CRIADO VILA
COLUMNISTA POLSO
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