Durante mucho tiempo, la interrupción consentida del embarazo (aborto) ha sido uno de los temas más controversiales y generador de discusión en los ámbitos sociales, culturales, religiosos y legales. Cabe resaltar que la práctica de aborto no es contemporánea, existen indicios claros del mismo en culturas como la egipcia y la mesopotámica; lo cual indica que esta práctica se ha resistido a la aceptación a pesar del pensamiento liberal y las nuevas formas de ver el mundo. Lo anterior, fundamentado en la proclamación de la implicación de una vida humana en “desarrollo”.
No obstante, han existido varios intentos, a lo largo de la historia, para la justificación de dicha práctica, basados en factores como el socioeconómico, que impedirían una crianza óptima y eficaz del infante: la salud del feto, donde se identifica una enfermedad grave o una malformación prenatal que comprometería la calidad de vida; la salud de madre, y finalmente, el factor psicológico producto de traumas al momento de engendrar, como consecuencia de una violación o semejante.
Ahora bien, el aborto es un fenómeno que está presente en la agenda política y, por ende, legislativa de la mayoría de países y sociedades; esto gracias a la presión de organizaciones sociales y la influencia de organismos internacionales que abogan por su legalización condicionada. Centrando lo anterior al contexto colombiano, es de gran sorpresa descubrir que en el país el aborto es “legal” desde el año 2006, producto de la Sentencia C-355 de la Corte Constitucional, que lo ampara en tres situaciones:
“Cuando la continuación del embarazo constituye peligro para la vida o la salud de la mujer [...] cuando exista grave malformación del feto que haga inviable su vida [...]”, y que “el embarazo sea resultado de una conducta constitutiva de acceso carnal o acto sexual sin consentimiento, abusivo, o de inseminación artificial o de transferencia de óvulo fecundado no consentidas, así como de incesto” Corte Constitucional. Sentencia C-355.
La sentencia anterior, se justifica gracias a dos tópicos fundamentales, el primero definido como el derecho de las mujeres, impulsado por un movimiento fundado en el año 1996 cuyo nombre “La mesa” recolecta el pensamiento de varios movimientos feministas, y segundo, como estrategia de reducción de los índices de mortalidad o de complicaciones sanitarias que surgen por motivo de abortos desesperados en condiciones precarias de ilegalidad.
Aún y con un aval de legalidad, en la sociedad colombiana se considera el tema como sensible y polémico, ya que gremios conservadores y religiosos han promulgado la vida como factor dominante entre las situaciones. Las experiencias y opiniones divididas que concluyen en oportunidad de vida, pero que se alejan del punto de vista, la concepción o el destinatario de este concepto deberían promulgar la calidad de esa vida incluso por encima del don mismo.
Ejemplificando lo anterior, la historia de Marleny (seudónimo) quien con solo 10 años fue víctima de violación colectiva por miembros de un grupo armado en el año 2011, cuyo resultado desencadeno en un embarazo no deseado y riesgoso, pudo interrumpir la gestación de manera segura y lícita. No obstante, de no existir el amparo legal o de ser nacida en un territorio que carezca de algún amparo para esta situación, Marleny hubiese estado condenada a ser madre, donde su vida y la del engendro correrían un peligro alto, o por el contrario, abortar en condiciones de legalidad que igualmente pueden concluir en fatalidad.
En conclusión, el aborto debe tratarse como un evento y/o necesidad de dignidad y salubridad; las opiniones cegadas por doctrinas descontextualizadas o por opiniones infundamentadas causan una desinformación peligrosa donde, irónicamente, la vida corre peligro. Por otra parte, no se puede generalizar el aborto como una práctica cotidiana y sin control alguno, debe ser un mecanismo de situación especial y no para enmendar la consecuencia de la irresponsabilidad en la vida sexual. Finalmente, es notorio que el camino por recorrer es amplio y escabroso, pero la democracia debe, a veces, ser arbitraria en temas donde la vida es la implicada fundamental.
LIC. JUAN SEBATIÁN SAVEDRA SANTIAGO
INVITADO POLSO
Comments