Ocaña, ¿osada y libre?, una mentira al aire
- Polso
- 12 jun 2023
- 3 Min. de lectura

Por: Harlen Barrios
En un acto de amor por esta hermosa ciudad, plasmo acá los pensamientos ininterrumpidos de lo que en mi concepto deberíamos trabajar todos los ocañeros para no dejar de existir.
Ocaña, 452 años de una riqueza cultural e histórica, llena de vida y cada vez más longeva, hace falta pasar por el barrio La Costa y notar sus detalles coloniales, las calles y el modo en como se conservan aún muchos de los lugares que allí existen; como haciendo alarde a una pintoresca escena del pasado, el Complejo Histórico de la Gran Convención, construido en 1584 y que en su momento albergó las grandes decisiones a la reforma de la Constitución de 1821 precedida por el Libertador Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, el Parque 29 de Mayo, que resguarda el monumento a la abolición de la esclavitud y que ha sido por muchos años, el símbolo del centro de la ciudad, todos los sitios anteriormente nombrados son considerados patrimonios culturales.
“Ocaña, tierra que amaña”, es para mí, en lo que respecta, el mejor lema para poder representar a esta bella urbe, y es que para sentir que te “amañas” hace falta sentarte a degustar la arepa con queso, sentir el clima de sus mañanas, ir al parque a tomar café con un pan ocañero y sentir la hospitalidad de quien te ofrece una buena conversación, y no, Ocaña y su gente no tienen comparación con otras partes del país ni del mundo, el único riesgo de venir es que anheles quedarte.
Adolfo Milanés, como si fuese un premonitorio de lo que hoy ocurre en Ocaña, escribió en Lied las siguientes palabras: “Los hombres nos vamos y las cosas quedan; queda lo insensible, queda la materia”, en Ocaña ni lo insensible y mucho menos la materia, todo está siendo arrasado, aplastado y olvidado, todo lo bonito que expresé hasta entonces, hoy se convierte en un desperfecto de los muchos daños que han venido causando los que golpean la historia, pero existe aún una problemática mucho más grande y es señalar siempre a los gobernantes de la destrucción de nuestra historia.
Definir lo cultural y lo histórico se ha convertido en una problemática no solo en Ocaña, es un tema nacional que debe ahondarse lo más pronto posible, y es que a niños, jóvenes y adultos poco les interesa lo que les rodea, el “no sé”, “qué hagan lo que quieran” y el “no me interesa” hacen parte de una cotidianidad excelsa, pues preguntar por lo sucedido históricamente en Ocaña, es de repente un problema, no saber o no responder denota que está fallando la educación, los estudiantes, los colegios y una sociedad que no está muchas veces capacitada para educar lo que cultural e históricamente les pertenece, y que hablar de cultura no es solo conocer su historia, sino también respetarla.
“Ocañeros con todo el orgullo, ocañeros por nuestra región, por Ocaña hasta el fin de los días, por Ocaña con el corazón” Mario Javier Pacheco, escritor de este himno, debió haber estado observando el paraíso y sentirse orgulloso de haberle dejado tan hermoso detalle, pero a la vez, yo como lector, me siento traicionado y con rabia, pues ni los alcaldes de turno, ni los ciudadanos le han cumplido a tal coro, pues somos nosotros quienes por años hemos pisoteado la historia de sus calles, sus paredes y la tumba de quienes lucharon para sostener viva esa memoria.
Hago el llamado a esa Ocaña indolente, a la que por muchos años ha estado ciega y enferma por borrar lo que nos hace importantes ante el mundo. Es hora de acabar el derroche y creer que culturalmente lo que nos identifica es el carnaval, sus conciertos y la gente borracha en los andenes, tres días que muestran lo malo que podemos ser como sociedad, hay que comenzar a darle un vuelco a este Titanic y decirle a las nuevas generaciones que Ocaña, no es OSADA y LIBRE, no es OTRO PLANETA, Ocaña es por ende, el mejor vividero del mundo.
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