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Hace más de 20 meses en los que la pandemia del Covid-19 llegó a nuestro país, un país que como en la mayoría de los latinoamericanos venía atravesando distintas crisis económicas y no estaba preparado para ello, uno de los principales problemas: la protección social, y con esta protección no debemos referirnos solo a lo que contiene seguridad social también incluye la económica. Es importante conocer los datos estadísticos, hacer un análisis de este momento histórico de la pobreza monetaria en el país, estos años atípicos reflejan exactamente un principio del desarrollo: conseguir logros sociales son esfuerzos que toman años, perderlos es cuestión de meses.
Como el problema económico no viene del 2020 para acá, sino de una crisis subsanada, una crisis anunciada por muchos economistas, analistas y expertos en el tema desde hace años. Según un análisis por departamentos del Centro de Estudios Sociales y Regionales hay algunos que se salvan entre 2012 - 2019 como lo son las zonas del Eje Cafetero y el altiplano cundiboyacense. En el Caribe de buen comportamiento fueron Córdoba, Atlántico y Sucre. Hubo 12 departamentos por encima del promedio nacional de disminución de la pobreza, unos casi que triplicando dicha tasa.
Hay otros que no pasaron el promedio de salvados, con pocos avances e inclusive de retroceso social, entre los desafortunados se encuentran: los dos Santanderes, el Cesar y la Guajira quienes en ocho años no disminuyeron la pobreza sino que la aumentaron, como es el caso de nuestro departamento Norte de Santander donde aumentó el 7,7%
Es importante recordar que estos no son directamente pobres sino que reciben regalías La Guajira y el César por el carbón, Norte de Santander y Santander por el petróleo. Así como yo, señor lector, usted se está preguntando: Entonces ¿Dónde están estas regalías?
Una respuesta a esta pregunta podría ser la ingobernabilidad, como en La Guajira que en nueve años ha pasado por las manos de 13 gobernadores. Más abajo del mapa, en el Cesar, el despilfarro sin límites por “inversiones culturales y deportivas” sin finiquitar, mientras que para los Santanderes, en especial en el Norte, no hay justificación alguna.
Hay departamentos que olvidamos nombrar en nuestro acontecer nacional, como lo es San Andrés, de los cuales no hay información disponible. Para lograr avances departamentales se debe conocer a fondo las causas del por qué de la pobreza, los avances y los retrocesos, un aporte que debería realizarse por parte de la academia y las universidades, si se quiere avanzar en programas sociales que disminuyan la pobreza lo primero que se debe hacer es medir y cuantificar. Qué mejor forma que conocer lo que funcionó en otros lugares para mejorar y tomarlo como ejemplo para cada departamento en vía de desarrollo.
También es importante la intervención nacional, el desarrollo de una política pública que se base en casos exitosos de otros departamentos como Montería, si su avance en infraestructura urbanística pública, el Eje Cafetero al turismo y la inversión agropecuaria o el Valle del Cauca con su diversificación productiva, son varios los casos que valen la pena resaltar y que se deben tomar como réplica.
Para 2019 y 2020 el año de la pandemia, en el análisis CESR, se concluye que hay un deterioro en todos los departamentos, con algunos casos que valen la pena hacer notar y analizar. En algunos sectores que se identifican por ser industriales como Bogotá, Atlántico y Valle del Cauca. En Bogotá para el 2014 la pobreza decreció en un -23,3% y después de eso subió de manera constante, al saltar estas estadísticas es una tragedia para cerca de un millón 100.000 habitantes que hacen parte de los 3.6 millones de nuevos pobres que lleva a cuestas la pandemia en Colombia. Otra pregunta que surge al ver estas estadísticas, ¿Qué sucede en Antioquia, por qué no logró caer tanto como sucedió con sus pares industriales?
Se resalta también departamentos como Caquetá y Cauca, quienes lograron sostenerse y no caer en la línea de pobreza. Cauca venía avanzando satisfactoriamente pre-pandemia y Caquetá logró salir adelante. Como hemos insistido en esta columna, el análisis que se debe hacer además de estadístico también tiene que lograrse una política pública que se establezca en los departamentos más afectados.
Es un bálsamo pensar que a pesar de que el Chocó ocupa el lugar del departamento más pobre de Colombia logra reducir su pobreza, sin olvidar que así como hay afectación diferente por el Covid-19 según grupo social y nivel socioeconómico, hay afectación territorial desigual en distintos departamentos, la pandemia ha todos no les pegó igual. Son cientos de colombianos, hombres y mujeres, familias enteras, negocios formales e informales afectados por esta pandemia, se logra entender como el impacto en las regiones y las medidas de sus gobernantes son desiguales y es primordial que en este momento coyuntural se tomen medidas decisivas para recuperar y atender los territorios que no solo se queden en planes de reactivación económica que vemos en las noticias sino en hechos y trabajo articulado urgente.
VALENTINA RINCÓN CRIADO
COLUMNISTA POLSO
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