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Por: William Adrián Lemus - Columnista de Polso
Por dónde empezar… Este es un tema tan importante pero a la vez tan precarizado por el sistema e incluso por las mismas personas del común, y todo cambia para quienes se atreven a explorarlo, pero sobre todo vivirlo, para descubrir en él una esencia vital o razón profunda para construir un mundo mejor.
Les hablo nada más y nada menos del ARTE, una manifestación primitiva que ha evolucionado a lo largo de la historia, que tiene como misión transmitir un mensaje, ideas, emociones y sentimientos que dan paso una crítica o reflexión individual y muchas veces llega a penetrar hasta la conciencia colectiva. El Arte, es transgresor, es satírico, es terapia, es escuela, es vocación, es rescatador, es identidad, es perfección, es imperfección, es abstracto, tiene forma, tiene sabor, tiene olor y color, es etéreo y también materia, el Arte es transformación interna pero también externa. Y el epílogo de este planteamiento sería, el Arte toca todo.
Y aunque en lo anterior hablé de una noción general, hay connotación que refuerza, porque el Arte con toda su filosofía no está simplemente en un dibujo, en el teatro, la danza, la escritura, la fotografía, el cine, el arte digital, etc., sino también en la complejidad y en la función del cuerpo y el alma de los seres humanos, en la ciencia biológica cuando explica cada movimiento evolutivo natural y en la medicina; está en la arquitectura con la precisión de cada medida y en la ingeniería; está en la tecnología con todo su arsenal de aparatos y en la interfaz de las aplicaciones y también en la sociología; está en la política como el arte de gobernar y también en la economía, solo por mencionar algunos de sus campos de acción. Y no puede faltar, que está en la facultad enigmática del amor pero, también en la guerra que trae destrucción.
El Arte es maravilloso en todas su manifestaciones, está en la belleza, pero también en la fealdad, en la rareza y la anormalidad. Y acá lo valioso no es que el Arte crea o transforma por sí solo todo, para nada. El Arte necesita de un complemento y ese, es el ser humano. Sí; usted, vos, tú y aquel, nosotros, nosotras y nosotres. Se trata de todas las personas con sensibilidad y conciencia para desaprender lo que hace daño y aprender con lo que hace bien. Esto es sencillamente evolucionar, pero no solo en las diferentes ciencias sino también en el pensamiento, el sentir y la acción individual o colectiva. Y el Arte ayuda a eso, a evolucionar desde lo sensible hasta lo material.
Sin embargo, esta exposición teórica - práctica de palabras escritas en esta columna de opinión solo se queda muchas veces en lo bonito de como suena y como se ve escrito, y se preguntarán ¿por qué? La situación es clara, el sistema del Estado, sabe y conoce el poder que tiene el Arte, por eso es relegado con todo su gabinete de artistas. No es apoyado, no se le invierte y es vulnerado como un derecho cultural y social de las comunidades en la mayoría de los casos.
En Colombia, ya sabemos que todo se lo roban y los poderosos del país velan por su interés personal haciendo despilfarro con los recursos, consecuencia de la desgraciada corrupción que condena al país y a todas sus regiones con pobreza, injusticia, ignorancia, intolerancia y violencia, esa que desangra el anhelo de paz de toda una nación.
El Arte toca todo pero, no llega a todos lados, y en Colombia esto es evidentemente comprobado, porque según los Indicadores UNESCO de Cultura para el Desarrollo entre el año 2012 y 2014: Se muestran que existe un alto nivel de demanda de la participación en actividades culturales (65.9% y 44.1%); aunque para algunas actividades culturales el acceso se concentra en la poblaciones con mayores niveles de educación y con mayores privilegios (esto se ve principalmente en las grandes ciudades, y en las ciudades pequeñas o pueblos de las subregiones no hay garantías de acceso y ni para qué hablar de las zonas rurales). Por otra parte, en la actualidad la distribución sigue siendo desigual en las infraestructuras culturales con (0.48/1) en casas de cultura, escuelas de formación integral, institutos públicos de recreación, cultura, deporte y turismo, centros culturales, etc. Lo cual sugiere que un acceso más equitativo a las instalaciones en los 32 departamentos de Colombia podría mejorar aún más la participación, el consumo y el disfrute de los bienes y servicios culturales en todos los grupos socioeconómicos. Así, el alcance e impacto sería creciente y con garantías de reivindicación de los derechos culturales básicos y también seguiría favoreciendo el mercado del sector.
Hoy, 9 años después la producción cultural del país sigue aumentando, y aunque la cultura nacional genera una importante contribución al Producto Interno Bruto – PIB de un 3 % aproximadamente representado por las industrias creativas, esto no se ve reflejado en las inversiones de políticas públicas artísticas y culturales de los planes de gobierno en todos los contextos. Y como ya lo han transmitido algunas noticias, hasta los artistas que le dan reconocimientos importantes al país son abandonados por el mismo Estado, ahora solo imagine cómo es la difícil situación de los demás artistas que no son tan visibles y que están en el quehacer comunitario día a día. Sumado a esto, la incoherente percepción cultural de la sociedad para con los y las artistas es que ellos hacen todo como labor social y su trabajo no es dignificado justamente. Se les olvida que los artistas también comen, pagan impuestos y tienen familias.
De todas maneras, la lucha por la dignificación de la profesión artística no da tregua y muchas personas en el país y las regiones siguen trabajando para defender los derechos artísticos y culturales, denunciando las injusticias y usando el ARTE como una filosofía de vida para transformar y reconociendo que el ARTE es un derecho que no se le puede privar a nadie.
Y es gracias a la misión del ARTE y a la labor de los ARTISTAS como agentes de cambio que en sintonía con los educadores, gestores comunitarios, gestores culturales, defensores de derechos humanos, líderes y lideresas juveniles, pueblos ancestrales, mujeres, comunidad LGTBIQ+, el zapatero, la ama de casa, el tintero, los historiadores, los sabedores, los estudiantes, los emprendedores, los niños y las niñas, el vecino y la vecina ¡buena papa! como dicen popularmente, están aportando desde sus posibilidades para que los territorios sean reconstruidos con sentido de pertenencia y con cada acción que parece una causa inútil en una casa, un barrio o una comunidad, se está generando un cambio que tendrá mucha trascendencia ahora y en las futuras generaciones.
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